Hacer algo nuevo y diferente no es sencillo. Ya está todo inventado y mejorar se torna algo realmente complicado, hasta el punto de que incluso se puede convertir en algo arriesgado y transformarse en un fracaso. Por eso, no todos se atreven a dar el paso y arriesgarse dejando solo a unos pocos locos el trabajo para luego, seguir el camino ya iniciado si todo va bien. Es algo que podemos ver claramente en el segmento de los monovolúmenes compactos, esos vehículos que durante una larga temporada tuvieron mucho tirón con modelos como el SEAT Altea, el Ford C-Max o el Citroën C4 Picasso, modelos derivados de los compactos de cada marca (León, Focus y Xsara/C4, respectivamente) para lograr unos coches que ofreciendo espacio y modularidad interior, mantenían unas dimensiones exteriores relativamente contenidas. Son coches muy comunes, llevan en el mercado desde hace muchos años y todo el mundo está acostumbrado a ellos, pero seguramente nadie sepa, a no ser que seas un aficionado al motor, que fue el Renault Megane Scenic el modelo que inauguró el segmento de los monovolúmenes compactos en el ya lejano 1996.
Con este modelo los franceses querían trasladar los beneficios del Espace, mucho más grande, a la categoría de los coches compactos y así abrir mercado y acercar el concepto a posibles clientes que buscaban un coche de esas características, pero todos los modelos disponibles resultaban excesivamente grandes. Y la idea funcionó. Vaya que sí. Son 20 años en el mercado y muchos fabricantes “copiando” la idea y lanzando sus propios monovolúmenes compactos.
Ahora, justo cuando cumple 20 años, Renault ha presentado la cuarta generación del modelo, el coche que se aprecia en la imagen que encabeza el texto y que estará a la venta próximamente, dando una nueva vuelta de tuerca al concepto e intentando, de nuevo, sorprender en un segmento que sufre como todos el vapuleo de los SUV. Sigue siendo un monovolumen compacto, sigue basándose en la plataforma y motores del Megane y claro está, sigue ofreciendo modularidad interior, pero Renault ha ido un paso más allá en algunos aspectos. Aunque ahora los veremos, no tenemos prisa.
El primer Renault Megane Scenic, nombre completo del modelo, aunque ahora se le denomine únicamente como Scenic, se lanzó en 1996 tras haber presentado un llamativo prototipo que adelantaba tanto el nombre como el concepto de coche, aunque de una manera muy futurista. La denominación es acrónimo de “Safety Concept Embodied in a New Innovate Car”. Dicho prototipo, que podéis ver justo en la imagen de abajo, se lanzó en el Salón del Automóvil de Frankfurt en 1991 y presupone un modelo futuro, aunque desde luego poco tenía que ver con el Scenic final, que resultó un modelo revolucionario en muchos aspectos y cosechó multitud de éxitos.
Con casi 5 millones de unidades vendidas en todo este tiempo, el diseño de la primera generación (y de la segunda) se lo debemos a Patrick Le Quément, quien luego dio muchísimo que hablar con el diseño de los Megane de segunda generación, el Avantime y el Vel-Satis. Además, contó con la ayuda de los hijos pequeños de los empleados para aportar soluciones a los diversos compartimentos esparcidos por todo el habitáculo, así como para crear otras soluciones de modularidad, por ejemplo. Fue de los primeros modelos en usar sensor de presión de los neumáticos, un rudimentario sistema de detección de cansancio o cámara de visión trasera.
Renault busca renovar estos éxitos con su cuarta generación, un modelo que mezcla la idea de un crossover con el monovolumen aunque no de una manera tan explícita como ocurre con el Renault Espace, que resulta muy arriesgado, aunque “tirarse a la piscina” no es nuevo en la firma francesa. El diseño de este nuevo Scenic recuerda mucho a otros coches del rombo, como el Captur o el Kadjar y basa su diseño en el R-Space Concept. Está claro que rompe con la tercera generación del modelo y con todas las anteriores, pero no solo en estética, sino también en planteamiento y en cuanto a tecnología, basada esta última en los nuevos Renault Megane y Talisman.
El nuevo Renault Scenic presentado en el Salón de Ginebra junto con otras interesantes novedades es 13 milímetros más alto y 4 centímetros más largo, pero es importante recalcar que tiene 4 centímetros libres extra respecto al suelo. Incluso la decoración busca potenciar esa idea de “coche alto” y capaz fuera del asfalto, aunque esas llantas de 20 pulgadas y perfil bajo digan totalmente lo contrario (no todas las versiones tendrán llantas de 20 pulgadas). Otra de las cosas a recalcar es el estreno del sistema Hybrid Assist, que se trata de una motorización híbrida pero no permite su funcionamiento en eléctrico puro, sino que usa ese motor para asistir al motor diésel dCi de 110 CV en las aceleraciones y recuperaciones, cuando existe más aceleración pronunciada y por tanto más consumo.
Renault busca volver a dar el do de pecho en la categoría y poner al Scenic en lo alto de las ventas 20 después. Veremos cómo les sale la jugada.
Javi Martín