Actualmente, debido a la expansión brutal de internet, de la conectividad y a los avances tecnológicos en el apartado de la electrónica, la imagen de marca y las posibilidades de conectividad son vitales. Hoy día, se venden más coches por lo que opina la gente en la red que por lo que realmente ofrece un modelo de automóvil. Además, si no ofrece unas buenas posibilidades de conexión con una enorme pantalla en el salpicadero, amigo, estás fuera.
Por eso, los fabricantes se centran muchísimo en estos apartados. La presencia en redes sociales o en eventos ‘de moda’, se ve reforzado por opciones de equipamiento que hasta hace ‘cuatro días’ no se podían ni imaginar. El hecho de conectarte a internet desde el propio coche, publicar en redes sociales tu ubicación mientras conduces o que el coche te avise que hay un amigo tuyo a la vuelta de la esquina es ‘lo más de lo más’.
No obstante, hay cosas que quedan un tanto de lado en esta coyuntura. El donwsinzing ha afectado al tacto de los motores de manera nefasta, aunque las marcas se empeñen en vendernos este concepto como la salvación del planeta. Que motores como el 1.0 EcoBoost de Ford con 125 CV haya recibido premios como el ‘Best engine of the Year’ no significa nada, pues son premios que se basan casi en su totalidad en la ficha técnica, no es su comportamiento, resultado a largo plazo o cualquier otro apartado.
Los coches, hoy día, se venden por su imagen, por su equipamiento o por las opiniones que viertan los diferentes conductores en internet. Conductores, que la mayoría de los casos, tienen como base para opinar sus propios gustos y los coches que hayan tenido a lo largo de su vida. En ocasiones, uno o ninguno. ¿Opiniones válidas? Por supuesto, pero totalmente sesgadas por falta de conocimientos, lo que tampoco hace lícito la opinión de un aficionado. Estos últimos suelen ser más parciales, más ‘marquistas’.
Con esto lo que queremos remarcar es el cambio que ha sufrido el automóvil, que ha pasado a ser un objeto de consumo como puede serlo un teléfono móvil. Un objeto con el que conseguir una imagen moderna, a la moda y de ‘conocimientos’. Rara vez se ve presumir de un coche eficiente o eficaz, lo más común es encontrar a personas destacando las posibilidades de su coche en cuanto a conexión a internet, sobre el sistema que aparca el coche solo, hay quien se vuelve loco con la idea de que su coche le hable o incluso con la posibilidad de circular por autopista sin tener que pisar el acelerador.
Es el cambio de mentalidad de los conductores actuales, de los ‘millenial’ como todo el mundo pretenden encasillar a una generación que, para bien o para mal, ha nacido en en plena era digital, siendo participes de un apogeo nunca visto en tecnología electrónica. Sólo hay que tener en cuenta, que un móvil de alta gama moderno, tiene más potencia y capacidad de procesamiento que un ordenador de sobremesa medio de hace cinco años. Y si hablamos de las cámaras de fotos, nos encontramos con unos dispositivos que dejan en ridículo a las típicas cámaras digitales de uso común.
Mientras tanto, el automóvil sigue siendo básicamente la misma máquina que hace 50 años. Y que el automóvil de hace 20 años. Si, el aprovechamiento del combustible es mucho mayor (hasta un 40% de aprovechamiento energético en el mejor de los casos). Las prestaciones son mucho más altas con la misma cilindrada y potencia que hace apenas diez años. Los coches son más seguros y fáciles de conducir. La construcción de los mismos ha evolucionado y es más eficaz y de mayor calidad. Pero, y esto es un hecho, nada más ha cambiado. El motor es el mismo que hace 50 años, con el mismo concepto de suspensiones, de frenos, de dirección… el coche eléctrico supone el mayor cambio de la historia en esta industria, aunque sea una tecnología dominada desde hace siglos.