A Toyota se le atribuye el mérito de haber creado el segmento SUV con los RAV4, unos modelos que cuando se lanzaron al mercado a mediados de los 90 conjugaban un pequeño tamaño, con ciertas aptitudes offroad y hasta unas mínimas aspiraciones deportivas. Poco se parece el actual RAV4 a sus primeros años habiendo crecido sobremanera en tamaño, en lujo y precio, perdiendo su carrocería de tres puertas y habiendo recibido tecnología de todo tipo, incluso versiones híbridas. Cambios que al final terminaron por sacar a Toyota de la categoría que más ventas acumulan dentro de los SUV, justamente cuando más auge comenzaban a tener con la llegada de nuevos miembros al mercado, como el Nissan Qashqai o más recientemente, el SEAT Ateca o el Skoda Kodiaq. Pero quiere volver por sus fueros con el Toyota C-HR.

Toyota está arriesgando bastante últimamente en cuanto a diseño. Parece que según la ocasión o según el modelo, dejan atrás la típica sobriedad que siempre han lucido sus modelos (descartando los coupés) y se atreven con formas muy complicadas. El Toyota Mirai es un buen ejemplo, todo un alarde de valentía en cada rincón que inspecciones, pero se trata de un coche que busca romper moldes y, por tanto, necesita reformar y sorprender al máximo incluso arriesgando en estética. Pero no así el Prius, otro ejemplo de cómo cambia Toyota según el segmento. Es un modelo ya establecido y jugar mucho con su imagen puede ser contraproducente, aunque ahí lo tenéis, más extraño y diferente que nunca.

Así que para regresar al segmento SUV compacto, han tomado ese mismo camino donde la sobriedad no tiene cabida y las formas muy marcadas son las protagonistas del Toyota C-HR. Realmente y según dicen desde Toyota, estas formas se deben exclusivamente, o casi, a criterios aerodinámicos, lo mismo que ocurre con los dos modelos mencionados, teniendo una vista lateral especialmente llamativa y que contrasta con las aristas del frontal y de la trasera, donde se integra en el diseño un spoiler que provoca a su vez que los pilotos sobresalgan por los laterales como protuberancias.

Toyota SUV híbrido 2017

En el fondo estamos hablando de algo que se rige por gustos personales y a unos puede resultarles espectaculares, mientras que a otros puede costarles incluso mirarlo mucho tiempo seguido. Lo importante del Toyota C-HR es el concepto y la tecnología aplicada, así como el objetivo buscado por los japoneses, aunque para esto último no hace falta ser ingeniero.

Desde la marca lo denomina como la “Revolución Cool”, recibiendo un nombre cuyas siglas en inglés significan “coupé de conducción híbrida” o “coupe hybrid ride” (C-HR), resaltando nuevamente la idea de un coupé en un vehículo que supone todo lo contrario a ese concepto. Una moda que se ha extendido y que al igual que la palabra premium, ha perdido cierta fuerza y hasta el significado de dicha palabra. Además, Toyota se centra únicamente en la tecnología híbrida dando de lado a otro tipo de motor y tendrá como pequeño inconveniente, por decirlo de alguna manera, el ofrecer sólo una opción mecánica que no es ni especialmente potente ni especialmente interesante.

Se trata del mismo grupo propulsor del Toyota Prius, un híbrido compuesto por un motor de gasolina de 1,8 litros y 98 CV, asistido por otro eléctrico de 72 CV, con una potencia conjunta de solamente 122 CV que llegan a las ruedas delanteras mediante un engranaje epicicloidal, un cambio tipo CVT (variador continuo) que en teoría, no tiene relaciones fijas, sino una desmultiplicación variable continua. Algo así como una caja de cambios con relaciones casi infinitas y que varían constantemente según necesidades y que no es del gusto de todos los conductores.

Interior del Toyota C-HR

Su habitáculo también buscar marcas diferencias aunque resulta algo más comedido en sus formas y más accesible a todo el mundo. Eso sí, la pantalla de 8,8 pulgadas e integrada en el diseño del salpicadero no resultará tan acertada para todo el mundo al parecer un añadido posterior más que algo integrado en el diseño. En general, el diseño es “muy Toyota” y la calidad está asegurada, aunque no así las sensaciones. Al menos amenizan un poco el aspecto con iluminación ambiental de tono azul, unos asientos de corte deportivo y algunos detalles como los panales de las puertas.

El Toyota C-HR se fabrica en Sakarya, Turquía, sobre la plataforma modular que la marca denomina TNGA y que también usa el Prius, contando de serie con cosas como el paquete de seguridad Toyota Safety Sense que incluye el sistema precolisión con reconocimiento de peatones, aviso de cambio involuntario de carril con control de la dirección, control inteligente de luces… los precios parten de los 24.250 euros del Toyota C-HR más básico, llegando a los 28.500 euros del Toyota C-HR Dynamic Plus, el tope de gama.

Javi Martín