El Viper es un modelo muy conocido. ¿Quién no sabría reconocer su silueta? Se trata de un modelo mítico, a pesar de que aún se fabrica. Como ocurre con el Chevrolet Camaro. Ha sido uno de los mayores representantes de los superdeportivos americanos sin sentido, salvajes, potentes y sin compromisos y la actual generación, lógicamente, es la mejor de toda la saga gracias a sus mejores acabados, su mejor dinámica, su mejor tecnología y su mejor técnica. Pero, existe un problema: el coche no se vende.
Parece ser que FCA subestimó las ventas y el coche está siendo un fracaso. El actual Viper se lanzó en 2013 bajo la marca SRT, “Street Racing Technologie”, la división deportiva del Grupo Chrysler, tras un puñado de años fuera de escena por la crisis de 2008. Por aquel entonces, Chrysler estaba prácticamente en bancarrota y tomó la decisión de paralizar el desarrollo del Viper, aunque ya habían empezado con el bastidor, elemento que finalmente se quedó Mercedes, propietaria de la mayor parte de las acciones aquel entonces, aprovechándolo para el espectacular Mercedes SLS modificando y adaptándolo lógicamente.
Fue FIAT, quien al hacerse con el control de Chrysler, y antes de formar FCA (FIAT Chrysler Automobiles) la que puso en marcha otra vez el desarrollo del Viper. El problema vino cuando hicieron las cuentas y sobrestimaron la demanda del modelo. En otoño de 2013 tuvieron que parar la producción por exceso de stock y en 2015 nuevamente se acumuló en stock y provocó que la producción se detuviera durante unos dos meses. Actualmente, apenas venden unas decenas de unidades al mes.
El Dodge Viper, que como finalmente ha pasado a denominarse oficialmente, dejando de lado la firma SRT, siempre fue un modelo digamos, especial. Es salvaje, sin sentido, bestia y espectacular. No deja indiferente a nadie y si bien, siempre fue un coche deseado, ahora está en horas bajas. Uno de los problemas es quizá que sigue siendo casi el mismo coche que cuando dejó de producirse en 2008. Vale, tiene cambios y está más evolucionado, cierto, pero es casi el mismo coche con el mismo gigantesco motor de diez cilindros, 8.400 centímetros cúbicos y “sólo” 640 CV. Además, es un coche caro, unos 105.000 dólares. Otro de los problemas es el Chevrolet Corvette C7, el nuevo Stringray. Su precio es un 75% de lo que cuesta el Viper, con casi las mismas prestaciones. Además, es igual de bonito e igual de deportivo, aunque no tan espectacular. No obstante, uno de sus mayores rivales lo tiene dentro de casa y son los modelos Hellcat. El motor V8 supercargado de 7 litros y 707 CV es una auténtica bestialidad y encima es más barato (unos 60.000 dolares) ofreciendo mismas prestaciones y el mismo espíritu rebelde y sin sentido que el Viper.
Lógicamente y como dicen algunos medios especializados, por ahora son sólo comentarios por parte de la prensa yankee. Aún no hay nada oficial y con un poco de suerte, FCA nos sorprenda con un replanteamiento del Viper adaptándolo a los tiempos que corren. Vete a saber, lo mismo le meten el moto V8 Hellcat potenciado en lugar del V10, que para todos aquellos que no lo sepan, originalmente, venía de un autobús/camión y fue puesto a punto por los ingenieros de Lamborghini, que durante una temporada fue propiedad de Chrysler.